A caballo del talento


Los fragmentos seleccionados de Cabalgata, la obra de Oscar Araiz, fueron los tramos más sólidos de la tercera función de obras cortas del Festival Cambalache. En una noche de alto nivel, también se destacó un solo de Maximiliano Ávila y otras dos obras protagonizadas por sendas parejas de coreógrafos-directores-intérpretes.

      La tercera función de espectáculos coreográficos del Festival Cambalache, ofrecida el domingo último en el Teatro 25 de Mayo del barrio porteño de Villa Urquiza, estuvo compuesta por cuatro obras. Diferentes formatos, objetivos y grados de elaboración en una digna muestra del espíritu general del encuentro.
      El primer espectáculo en ofrecerse fue Armonía, interpretado, producido y dirigido por los eslovenos Blaz Bertoncelj y Andrea Podlogar. Las acciones de este “tango drama” (según lo anunciaba el programa de mano) fueron mostrando el desarrollo de una relación de pareja entre dos vecinos de una metrópolis indefinida, a lo largo de 2009. Los vaivenes del vínculo se cuentan en cuadros que siguen un orden cronológico y a través de una fusión acabada, pero poco innovadora en sus formas. Así y todo, las imágenes que compusieron entre los dos lograron conmover en varios pasajes, tanto a neófitos como a habitués de la danza.
      La última curda, el trabajo inmediatamente posterior, confirmó la madurez artística de Maximiliano Ávila, creador e intérprete de un solo relativamente breve pero por demás contundente. Con un alto nivel técnico y expresivo, retrató en no más de cinco minutos a un hombre desesperado ante la inminencia de su muerte. Una silla, una módica iluminación y un sombrero con el que graficó la inminente ausencia, le bastaron a Ávila para componer un lamento conmovedor. Como oportuno contexto sonoro, eligió una versión intimista, por Susana Rinaldi, del clásico de Troilo y Castillo que le da nombre la obra.
      El argentino Hugo Mastrolorenzo y la letona Agnese Vanaga fueron luego protagonistas de una obra intensa: Sombras que se alargan en la noche del dolor. Dos vestidos como metáforas de lo que ya fue aparecen al principio de la primera escena, mientras suena Nieblas del Riachuelo en la peculiar versión del cantante flamenco Bebo El Cigala. Fue el prolegómeno de una interacción compleja, más conflictiva que armónica, entre dos ex amantes obsesionados el uno con el otro en ese círculo vicioso que no se le desea ni al peor enemigo. Expresándose en un lenguaje predominantemente tanguero, los dos intérpretes –a su vez coreógrafos y directores de sí mismos– se movieron con solvencia hasta conseguir acciones vibrantes.

Agarrate, Catalina

      Con todo, los cuadros más interesantes de la noche llegaron recién con los fragmentos de Cabalgata, la obra de Oscar Araiz estrenada en julio último en el Teatro del Globo. Valió la pena esperar para ver la coreografías clownescas concebidas por el prestigioso director. Ya sea con Memphis La Blusera o con Tita Merello sonando como determinante de la atmósfera, los siete bailarines de la compañía de la Universidad Nacional de San Martín son dúctiles y expresivos intérpretes para ideas originales, no por ello inaccesibles. Hasta el menos versado de los espectadores puede reírse, pensar o emocionarse con los encadenamientos gestuales de Elena Ponce, Paula Almirón, Yamila Ramírez, Ignacio González Cano, Marcos Chaves, Roberto Bazán y Ollantay Rojas. Araiz, director con más de 40 años de experiencia y creador del Ballet del Teatro San Martín, buscó en Cabalgata armar un posible mosaico del sentir nacional a partir de canciones significativas, aunque no obvias, de la música popular argentina. Misión (harto) cumplida.
      Un rato antes de la función, en el hall del teatro y como parte de la programación del festival, el público tuvo la chance de participar en la performance La huella de tu abrazo. La idea de la bailarina Andrea Uchitel permitió reflexionar sobre la marca que dejamos en el cuerpo ajeno durante el baile de tango. Abrazando a un maniquí que representaba a un otro genérico, la gente fue dejando una impronta concreta al apoyar una mano y un antebrazo impregnados de pintura.
      El Festival Cambalache se realiza una vez al año, desde 2004, gracias a la iniciativa de un grupo de bailarines y coreógrafos inquietos que decidieron ser núcleo de las expresiones artísticas que fusionan el tango con la danza contemporánea y el teatro. De sus creadores, se mantienen como directores el coreógrafo Alberto Goldberg y el bailarín y artista plástico José Garófalo. Hoy los acompañan los bailarines Silvia Toscano, Andrés Alarcón, Cristian Catala y Melina Brufman.
      Las obras cortas constituyen una parte medular y a la vez característica del Cambalache. Por norma, las puestas no pueden durar más de 30 minutos. Este año, las obras seleccionadas por un comité de expertos fueron 11, repartidas en tres funciones celebradas el viernes, sábado y domingo últimos en el porteño Teatro 25 de Mayo. Para más info sobre el Festival Cambalache, http://www.festivalcambalache.com.ar/programacion.html.

Carlos Bevilacqua

En la imagen, Vanaga y Mastrolorenzo, protagonistas y creadores de Sombras que se alargan en la noche del dolor. Foto gentileza del Festival Cambalache.

Publicado el 15-12-2010.