La alegría del swing


La magia que reinaba en los locales bailables neoyorquinos de la década de 1930 es reproducida con talento por los músicos de la Antigua Jazz Band y los integrantes del ballet Happy Feet en La Batalla, swing en el Konex, la obra que se presentará el próximo viernes en el centro cultural del Abasto. La propuesta incluye una clase y un baile posteriores.

      Una big band de lujo, un ballet de ágiles bailarines y un gran salón con algunos rasgos decorativos que evocan la primera mitad del siglo XX. A partir de esos elementos se desarrolla La Batalla: swing en el Konex, el espectáculo protagonizado por la Antigua Jazz Band y el grupo coreográfico Happy Feet que, luego de un fugaz estreno a fines de enero, volverá a presentarse el próximo viernes 4 de marzo en el centro cultural del Abasto.
      La idea y su concreción resultan por demás interesantes: tanto música como baile nos transportan ochenta años atrás, cuando el jazz era una pasión popular que encontraba sus puntos de ebullición en locales neoyorquinos como el Savoy y el Cotton Club. Luego de una introducción con todo el elenco moviéndose en torno a las notas de Take the A train (de Duke Ellington), músicos y bailarines se dividen en dos grupos que empiezan a desafiarse, tanto en el manejo de los instrumentos como en la destreza para moverse. Esa tensión ficticia no les impide interpretar hermosas versiones de temas clásicos de la era del swing como All of me, Sweet Georgia Brown, After you’ve gone o It don’t mean a thing (if it aint got that swing).
      La banda –junto con la Porteña de lo más granado del jazz tradicional que se produce en Argentina– es el motor sonoro de La Batalla. Desde el escenario, elevado respecto de la pista donde transcurre el baile, generan poderosas versiones de ese repertorio inoxidable del swing clásico. Aunque en conjunto los dirigidos por el guitarrista Pablo Scenna suenan compactos, tambien van turnándose en diferentes subgrupos y casi todos los instrumentistas llegan a tener un espacio de lucimiento solista. Las palabras serán siempre insuficientes para transmitir la sensación que provoca escuchar a los 14 miembros de la Antigua tocando a pocos metros de nuestros oídos.
      Las seis parejas de Happy Feet, en tanto, demuestran no sólo una gran solvencia para interpretar la música en formas armónicas sino también una notable capacidad para ofrecer diferentes variantes de esas formas. Así, si bien abundan los clásicos unísonos en los que los bailarines cumplen todos con la misma rutina de manera simultánea, hay pasajes en los que se mueven, siempre musicales, ejecutando diferentes coreografías (como ocurre en un baile social, precisamente lo que buscan reproducir). De los diversos recursos utilizados para montar los cuadros coreográficos, resulta particularmente gracioso uno en que bailan The Mooche en una especie de cámara lenta en tiempo real. Por momentos, los bailarines asumen también el rol de actores, al representar a bailarines sociales admiradores de los músicos.
      Para bien y para mal, el lugar donde transcurre la acción es el galpón mayor de la planta baja de la Ciudad Cultural Konex. Para bien, porque es un ámbito que permite reproducir la disposición espacial de los salones de baile de antaño y propicia una fuerte interacción entre los músicos, los bailarines y el público. Para mal, porque una serie de columnas complican demasiado la visión del escenario y de la pista, un poco más o un poco menos, desde todas las ubicaciones. Por eso, sólo es posible ver las escenas fragmentadas. Una lástima, porque esa falencia hace que muchos de los méritos de la puesta se pierdan en el camino.
      Una vez finalizado el show, los artistas empiezan a relacionarse con el público, ubicado en mesas alrededor de la pista. Los bailarines convocan al público a ocupar el rectángulo destinado al baile para tomar una clase colectiva de poco más de una hora. Es entonces cuando los espectadores tienen la oportunidad de aprender los rudimentos básicos de la danza que, minutos antes, observaron anonadados.
      A continuación, comienza la tercera y última parte del programa: el baile popular en el que buena parte del público pasa a ser protagonista absoluto de la noche. Giros, pivoteos, rebotes, quiebres de cintura y correspondencias con la pareja para coronar una propuesta que, vista en perspectiva, es una permanente incitación al baile. Pero no a cualquier baile sino a la contagiosa alegría del swing.

Carlos Bevilacqua

Para tener en cuenta: la Ciudad Cultural Konex está en Sarmiento 3131, de la CABA. El show arranca a las 21 y la clase de baile a las 22:30, aproximadamente. La entrada para el show, la clase y el baile cuesta $40 y la entrada sólo para la clase y el baile, $25. Para más informes, 4 864-3200.

Foto de Agustín Benencia.


Publicado el 27-2-2010.