“Pinocho” Routin y el encanto de sus canciones murgueras en vivo


Por si alguien lo dudaba, el cantautor uruguayo demostró que la murga puede ser un género artístico de alto vuelo. Las pruebas se presentaron anoche, en forma de bellas canciones, en un recital que lo tuvo al frente de una poderosa banda.

      El cantautor uruguayo Pablo “Pinocho” Routin cautivó anoche al público porteño durante el recital que dio en El Cubo como parte del ciclo "Panorama Uruguay Música". Acompañado por un numeroso grupo de instrumentistas y un coro murguero, Routin deleitó con hermosas canciones forjadas en su mayoría con esa estética del famoso carnaval montevideano, siempre atento a las cuestiones sociales, a las vicisitudes del amor y a los ciclos vitales a través de un lenguaje a la vez llano y poético. Además de poner su voz grave, afinada y dúctil en cada canción, “Pinocho” fue intercalando amenos y por momentos desopilantes relatos explicativos de las letras, en un recurso que dejó ver al Routin actor, otro de los roles artísticos que asume con frecuencia en forma profesional.
      Así fue como recorrió las canciones de su cuarto y último CD, titulado Flores, cuyas temáticas y formas lo ubican cerca del también oriental Jaime Roos, con quien “Pinocho” trabajó durante muchos años. Al comienzo, con el fascinante increscendo sonoro de Ofrenda, planteó la primera oda al carnaval. La fiesta de Momo volvería a aparecer más adelante en No hay más cocoa (sobre la noche de espera de fallos tras las competencias de murgas), en La gente (cuplé presentado por la murga montevideana Falta y Resto en 1988) y en Volver a un cuplé (basado en una creación de la murga Curtidores de Hongos en 1996 sobre la música de Lágrimas negras, el famoso bolero-son de Miguel Matamoros). El fútbol, otra obsesión recurrente del charrúa medio, también tuvo una presencia significativa a pocas horas del clásico rioplatense que dejó a la selección argentina clasificada para el Mundial y a Uruguay en el repechaje. Primero con Hasta el cielo, evocación del campito de la infancia en Playa Pascual y luego con una poderosa versión del tema de Jorge Lazaroff Pelota al medio, de lo mejor que se ha hecho en música sobre el más popular de los deportes. Las desventuras amorosas nutrieron las letras de Reconquista 519 y de Hechicera, en tanto Conversaciones con mi padre así como la canción que da nombre al disco transitaron por caminos más filosóficos. Sobre el final, regresó la mística carnavalera cuando Routin logró hacer participar en coros y coreografía al público porteño (más bien pudoroso si de bailar se trata) en Ruido de camiones, una hermosa canción con la que decidió despedirse.
      Por fuera del repertorio de Flores, “Pinocho” sorprendió con la conmovedora letra de Circamente, un tango que había sido compuesto especialmente para el Festival de Tango de Buenos Aires del año pasado. Asimismo, interpretó dos piezas cuya música pertenece al gran Jaime Roos: Aquello en clave tanguera y la Despedida del gran Tuleque ‘87, precedida por un hermoso poema de su autor, Mauricio Rosencof. Para el bis, eligió Murga madre, de la obra teatral del mismo nombre.
      Autor de las músicas y letras de la gran mayoría del material abordado, Routin cantó junto a una eficaz banda que fue mutando en cada canción, pero que en su máxima expresión tuvo guitarra criolla, guitarra eléctrica o bandoneón, teclado, bajo, batería, redoblante y tres coristas murgueros, más la guitarra y la voz de Edú “Pitufo” Lombardo, responsable además de la dirección musical del show.
      El ciclo Panorama Uruguay Música continuará el miércoles 22, también en El Cubo (Zelaya 3053) con la presentación de Mateo Moreno y el 29 con el trío integrado por Daniel Maza y los hermanos Hugo y Osvaldo Fattoruso. Las entradas están entre 40 y 60 pesos. Para más información, se puede llamar al 4963-2568.

Carlos Bevilacqua

Imagen: “Pinocho” Routin en la portada de Flores. Suministrada por Xavier Zaballa.

Publicado el 16-10-2009.