Las Hermanas Vera vuelven a deleitar, esta vez sólo en formato digital


El dúo de cantantes correntinas lanzó Varieté, un exquisito álbum que únicamente se puede conseguir vía web. Según ellas mismas estiman, se trata del primer disco chamamecero con esa particularidad. 

      No hay gran sofisticación en el arte de las hermanas Vera, más allá de la coordinación vocal entre ambas y el juego de tesituras entre dos voces, tan típico del canto criollo. Sólo cada tanto, entregan algún desdoblamiento muy puntual. Lo que abunda, y acaso las distingue, es una inclinación hacia lo tradicional en el estilo de interpretación y en la elección del repertorio, dominado por un tono romántico, dulce y cadencioso, propio del llamado chamamé cangüí (presumiblemente originado en el noroeste de la provincia, en torno a su capital).
      Al menos a nivel discográfico, tales rasgos las vienen caracterizando a Boni y Rafaela Vera desde 1972, cuando la curiosidad de esas niñas que matizaban las tareas rurales con deslumbrantes dúos vocales pasó a ser una profesión. En el camino de tantos años de trayectoria no perdieron autenticidad. Por ende, tampoco frescura ni encanto.
      De hecho, el disco que lanzaron hace un mes está en esa línea, pero con el matiz de incluir piezas que no pertenecen al canon del chamamé. Ejemplos: Ahora coraje (la canción de Víctor Heredia acá embellecida en clave litoraleña). O La cultura es la sonrisa (de León Gieco), cuyo espíritu festivo se potencia entre una cambiante percusión a cargo de Gonzalo Aguirre y un acordeón vivaz, manejado por Fernando Correa.
      Eso no es óbice para que los más tradicionalistas puedan disfrutar al dúo en plan bien chamamecero. Es más: un par de pistas incluyen fragmentos de más de un chamamé. La tercera asocia Amor supremo con Mi anhelo (ambos de Tránsito Cocomarola). Y la séptima, Serenata de la despedida con Estoy sufriendo por vos y Sin tu amor hay tristeza, que –tal como puede deducirse desde los títulos– tienen en la pasión no correspondida el denominador común.
      Los entornos instrumentales están en sintonía con la estética litoraleña más previsible en estas últimas canciones y exploran algunos caminos más audaces en las que provienen allende la Mesopotamia. Así es como en la mayoría de los casos uno puede regocijarse con la superposición entre el acordeón o el bandoneón en el plano melódico y esa cadencia típicamente chamamecera en las guitarras. Más algunos deliciosos condimentos, como el arpa bien rítmica de Marta Carrara (como artista invitada) en la polca Ndarecoy la culpa, un acordeón muy activo en Paraje Palmita o la voz invitada de Aníbal Verdún en Pueblero de allá ité (el clásico de Antonio Tarragó Ros).
      Las desigualdades sociales aparecen con vigor en dos pistas consecutivas. Primero, en Diosito, no es culpa nuestra y después en Simón Caravallo, ambas hermosas canciones de Teresa Parodi, la segunda con ciertas reminiscencias brasileñas.
      A diferencia de lo que todavía predomina en el rubro de la música folklórica, el álbum se publicó sólo en plataformas digitales. En el link https://open.spotify.com/album/57hCecfpoKJGteevxrO8e4, por ejemplo, se pueden escuchar las once pistas de Varieté sin pagar un centavo. También existe la posibilidad de descargarlas a través de las aplicaciones para celulares de las plataformas de música online.
      Es la primera vez que las hermanas Vera publican un álbum sólo en formato digital y, según ellas, el primero con esa particularidad en el género chamamé. “Nos animamos porque nos parece necesario aggiornarnos a las nuevas tecnologías, a las plataformas que se usan hoy en día. A eso se suma que la gente cada vez compra menos CDs y también que casi todos tienen un smartphone con acceso a Youtube, Apple Music o Spotify”, explicaron a este cronista.
      La gran desventaja de esta modalidad es que –al menos en la versión gratuita de Spotify– no figuran los autores, compositores ni demás datos que para los más curiosos pueden ser de interés, como los músicos participantes en cada pista.
      Para esta Varieté, tanto los mencionados Aguirre y Correa como Fernando Soto (en bajo) desplegaron sus recursos siguiendo la dirección musical de Miguel Guerrero, quien además puso su propia guitarra al servicio de una obra que, no por virtual, deja de ser deliciosa.

Carlos Bevilacqua

En la imagen, portada del álbum digital.

Publicado el 3-2-2019.