Obras de Guastavino desde una visión actual


Parte de la música creada por el célebre compositor santafesino luce con nuevos bríos en las versiones que armaron cinco talentosos músicos para un disco que acaba de lanzarse por internet.


      “The Shubert of the Pampas”. Así apareció mencionado Carlos Guastavino (1912-2000) en las etiquetas de ciertos discos, según cuenta el aerofonista Fernando Lerman en un original video sobre la factura de Guastavino ahora, flamante álbum que ya se puede escuchar vía web. Más allá de cuán acertado sea, el mote permite dar un idea del lugar de prestigio que llegó a ocupar el pianista y compositor oriundo de Santa Fe capital.
      Una mejor aproximación a su peso específico pueden ser las tres páginas que el musicólogo Sergio Pujol le dedicó en su libro “100 años de música argentina”. Allí Guastavino aparece como un creador de fuerte reconocimiento a nivel institucional (especialmente durante el primer peronismo), lo que le permitió ingresar a las aulas escolares y a los salones de coros con piezas como Pueblito mi pueblo o La canción del estudiante, hoy en desuso pero de amplia difusión durante la primera mitad del siglo pasado.
      A la hora de ponderar sus aportes, Pujol destaca que Guastavino logró integrar las pretensiones de la música académica –estética de la que por formación provenía– con los giros melódicos y la rítmica del folklore. Particularmente, en obras que incluyen el canto como un ingrediente fundamental y que implicaron co-autorías con grandes plumas de la poesía en castellano. Como ejemplos, cita Seis canciones de cuna, en colaboración con Gabriela Mistral; Se equivocó la paloma, con Rafael Alberti y Esta iglesia no tiene… con Pablo Neruda, entre otras.
      Por esas creaciones, y otras de más repercusión popular como la zamba La tempranera, llegó a aportar parte del repertorio del llamado "boom" de la música folklórica, en la primera mitad de los años ’60.


       Inesperadamente, una serie de talentosos músicos asumieron el desafío de abordar una parte representativa de ese repertorio con un lenguaje contemporáneo. Con todo lo subjetivo, parcial y hasta polémico que un trabajo así puede implicar, hacia allí fueron Nacho Abad (piano), Máximo Rodríguez (bajo eléctrico), Tomás Babjaczuk (batería), Fernando Lerman (saxos alto y soprano y flautas) y Laura Albarracín (voz).
      Aunque por ahora sólo en formato digital, el resultado de ese ejercicio vio la luz. Y bienvenido sea. Porque las once piezas versionadas dan cuenta de la versatilidad de Guastavino, al tiempo que adquieren brillos diferentes gracias a los arreglos de Abad y Lerman. Ellos llevaron las sugerencias rítmicas, melódicas y armónicas que sintieron más relevantes a timbres contundentes (como el de la batería o el bajo eléctrico).
      Si bien éste dato podría sugerir una estética rockera, las reminiscencias estilísticas son más cercanas a algunas de las varias que caracterizan al jazz. No sólo por el eclecticismo de los recursos técnicos empleados sino también por el rol protagónico que suelen tener los instrumentos de viento. En cualquier caso, el experimento puede ser una buena puerta de entrada para el neófito en el mundo Guastavino y también un plan de relectura para el más erudito.
      La voz de Albarracín, de vasta experiencia en la música argentina de raíz folklórica, navega las aguas no siempre plácidas de lo instrumental con un rumbo fijo: transmitir las diversas emociones que puede provocar la Milonga de dos hermanos (letra de Jorge Luis Borges), Yo, maestra (escrita por Alma García) o El forastero (poesía de Atahualpa Yupanqui). Además logra imponer un estilo ante piezas con versiones previas de fuerte latencia, como La canción del estudiante –tantas veces coreadas por nuestros abuelos– o Se equivocó la paloma, popularizada hace ya décadas por Joan Manuel Serrat.
      Aunque con menos cupo, los interesados en ejemplos puramente instrumentales pueden acceder a versiones de Introducción y alegro y Presencia nº 9.


      Guastavino ahora puede escucharse completo en Spotify, en tanto que las pistas Milonga de dos hermanos, Hornero y Se equivocó la paloma tienen en Youtube atractivos videos que reflejan las jornadas de grabación. En esa plataforma audiovisual también se puede ver una breve pero interesante charla, a propósito de este disco, entre los cinco músicos participantes. Ahí aparece la tensión creador-intérprete (que acá también es entre épocas) cuando Lerman propone: “¿Le hubiese gustado esto a Guastavino?”. Otro lindo desafío para ensayar hipótesis.

Carlos Bevilacqua

En las imágenes: arriba, Carlos Guastavino (foto de dominio público); en el medio, portada del álbum reseñado; abajo: captura de pantalla de la charla online entre los músicos participantes.

Publicado el 17-5-2020